jueves, 17 de enero de 2008

CUEVA RUPESTRE DE LA COVACIELLA


CUEVA RUPESTRE LA COVACIELLA La historia de La Covaciella se remonta a 1994 cuando una voladura, realizada durante las obras de la carretera, abrió un agujero que resultó conducir directamente a las pinturas. «Es un milagro que estemos hoy aquí». Saura se refiere con la expresión al hecho de que faltó muy poco para que ese hueco fuera rellenado de escombros antes de poder descubrir la existencia de las pinturas. La salvación tuvo mucho que ver con la festividad del Pilar. Gracias a que ese día era fiesta y no se continuó con el relleno de piedras que había comenzado en la jornada anterior, hoy se conocen los bisontes mejor conservados de la cornisa cantábrica.
Ese día que las obras descansaban por ser festivo, vecinos de Cabrales descubrieron las pinturas. Primero vino la incredulidad, las dudas sobre la autenticidad, hasta que los expertos hablaron. Los bisontes de La Covaciella resultaron no sólo auténticos, sino extraordinariamente conservados, tanto que la frescura de su pintura estuvo a punto de ser su peor enemigo. La humedad y el ambiente virgen de la cueva, sellada durante miles de años, ha conservado tan vivas las pinturas que lo primero que el profano piensa es que están recién pintadas. Eso debieron creer algunos de los cabraliegos que entraron aquel 12 de octubre y que quisieron asegurarse con el propio dedo de que la pintura estaba aún húmeda.

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